Humor y complicidad con el espectador / Télam, 26/03/2012


“Humor y complicidad con el espectador”


Lunes 26 de Marzo de 2012, Agencia Télam



El grupo El Bachín Teatro vuelve a seducir al espectador con "La gracia de tener", escrita y dirigida por Manuel Santos Iñurrieta, que a través del absurdo y una ajustada puesta logra efectivos momentos en el Centro Cultural de la Cooperación.
Con la acción ubicada durante la presidencia de Arturo Frondizi, opone la efervescencia cultural y revolucionaria que llega de otros países con la opacidad de aquella Argentina tutelada, en los años 60, por sus fuerzas armadas y el área eclesiástica.
Hay una familia presuntamente oligárquica que tiene una seria caída económica y decide convivir dentro de su propia mansión con un elenco de circo, mientras un Onganía de pacotilla intenta sembrar su cizaña en camino al poder.
La cosa tiene su gracia porque el absurdo es constante, los diálogos ofrecen un vitriolo lleno de complicidad y se hace gala de una incorrección política que permite desembuchar conceptos muchas veces no dichos pero pensados por el medio pelo.
Aparece la vana ostentación de la clase pudiente, la mentira, la violencia política, pero también hay lugar para que los humildes -veladamente peronistas-, enuncien verdades que en boca de la sirvienta compuesta por Carolina Guevara resultan desopilantes.
La seducción comienza con las proyecciones de los personajes en una pantalla negra que remata el pequeño escenario y prosigue con el tono de feria, con presentador incluido (Jorge Tesone), narices de payaso, y con ese elenco de voces y físicos entrenados en la farsa, de parejo rendimiento y conocedor de su público.
Allí están también Julieta Grinspan, eficaz en un papel masculino, Marcos Peruyero -el simbiótico protagonista de "Mariano Moreno y un teatro de operaciones"- como el otro tilingo, Jerónimo García como el proto Onganía, Diego Maroevic como el sometido edecán, y el propio Iñurrieta como un ubicuo comediante de finos recursos.
Elenco posiblemente único en el panorama teatral porteño, El Bachín es una cooperativa teatral con 12 años de vida pero también una escuela donde se venera el nombre de Bertolt Brecht y que mantiene una postura ideológica muy clara.
En épocas en que el teatro épico es casi desconocido por los elencos jóvenes, abocados muchas veces a ejercicios bellos pero herméticos, El Bachín está anclado en una propuesta política, ideológica y estética que es su marca en el orillo.
En su haber se cuentan piezas también estrenadas en el CCC, como "Siberia", en 2003, "Charly, detrás de la sonrisa", "Lucientes", "La comedia mecánica", "Crónica de comediante", "Teruel y continuidad del sueño" y "Mariano Moreno y un teatro de operaciones".
Varias de ellas fueron mostradas en festivales de teatro de Cuba y Brasil, además de otros de cabotaje, y consiguieron varios premios de la crítica especializada, entre ellos para Iñurrieta y Carolina Guevara como Actriz Revelación.


por Héctor Puyo

Sobre La Gracia de Tener / Tiempo Argentino, 10/03/2012


“Nosotros partimos desde Brecht”


Sábado 10 de Marzo de 2012, Tiempo Argentino


Manuel Santos Iñurrieta es el autor y director de esta obra de teatro político que presenta a una familia de aristócratas en serios problemas económicos y que se ve obligada a alquilar su mansión a un circo. 


Quieren hablar de la oligarquía argentina. Esa misión se propusieron los integrantes de El Bachín Teatro, un grupo con 12 años de trayectoria, que desde sus comienzos focalizaron sus investigaciones artísticas en el desarrollo de un teatro épico inspirado en Brecht, pero con una mirada contemporánea y ubicada en el contexto latinoamericano de sus actores. Y con ese fin, estrenaron La gracia de tener, una obra absurda de humor político, que escribió y dirige Manuel Santos Iñurrieta.


En La gracia de tener presenta a una familia de aristócratas con serios problemas económicos y que se ve obligada a alquilar su mansión a un circo. Como la renta no resuelve su economía, la familia termina empleándose como payasos para así poder ganar un dinero extra. Los hechos transcurren en 1961 en la Argentina, durante la presidencia de Arturo Frondizi. “La obra plantea a través de situaciones absurdas y profundamente violentas, cómo la oligarquía nacional intenta conservar sus privilegios. Nos interesó hablar de una clase dominante que en los ’60 tenían una acción muy determinada. Como por ejemplo, cuando decidieron depositar sus esperanzas en las Fuerzas Armadas”, cuenta su autor y director.
En este espectáculo, su director cuenta qué características tiene la oligarquía de los años ’60. “Se muestra hasta qué extremos de locura pueden llegar estas personas para conservar su lugar de privilegio. Cómo la familia se deshumaniza y tiene la vocación de tejer alianzas para llegar a efectuar golpes de Estado y que creen que tienen autoridad para intervenir en la vida política de una sociedad”, dice.
Una de las características estéticas de El Bachín Teatro es la utilización de las técnicas teatrales del dramaturgo y director alemán Bertolt Brecht. “En la obra, los personajes representan sectores sociales. Hay referencias, en sus comportamientos, a su precedencia, lo que en la teoría de Brecht sería el gestus social. También se trabaja el distanciamiento. Por ejemplo, los actores toman distancia de sus personajes para plantear cuestionamientos y lo hacen con una unidad poética. No queremos que el público se diluya, pero eso no quiere decir que la emoción no tiene que estar. Nosotros partimos desde Brecht, pero lo hacemos desde nuestro relato contemporáneo y nuestro contexto latinoamericano. Desde ahí nos interesa hablar”, explica. 


La búsqueda de un teatro político es, para la gente de El Bachín, un aspecto fundamental de su trabajo. Manuel Santos Iñurrieta lo explica: “Nosotros intentamos pensar el teatro como una herramienta de transformación. Y con esto no queremos sonar grandilocuentes ni parecer utópicos. De por sí, que haya un ida y vuelta con la gente, un diálogo, es una transformación. No somos los maestros de un pueblo, pero sí aspiramos a lograr un diálogo y a tener un método.”


http://tiempo.infonews.com/2012/03/10/espectaculos-69879-nosotros-partimos-desde-brecht.php

Crítica sobre La Gracia de Tener / Leedor.com, 11/03/2012

Por Verónica Escalante

Domingo 11 de Marzo de 2012, Leedor.com

"Para mí la emoción es la práctica urgente 
de un humanismo atroz, incontenible y pavoroso” 
- MSI


Dicen que la felicidad es completa cuando es compartida y quizá el teatro también lo sea. La posibilidad de una subjetividad colectiva, de un sentir común y de una estética que es a la vez pensamiento político es la impronta que aflora del grupo bachín teatro. En una ciudad que, Menemato mediante, ha tendido cada vez más al individualismo y donde los colectivos teatrales son hoy casi una rareza (en tiempo, conformación y perseverancia), el bachín se convirtió en una voz que se deja escuchar con ideas claras y convincentes. Nacidos en el año 2000, llevan arduos años de trabajo e investigación en una línea teatral que los identifica con la poética brechtiana pero que ha conseguido transformarse en una épica nacional y latinoamericana con un fuerte arraigo en el humor.

Entre la política y la poesía, entre el humor absurdo y la reflexión, encontramos también este nuevo espectáculo del grupo bachín, La gracia de tener. Situada en 1961, durante el gobierno de Arturo Frondizi, la historia presenta a una familia de aristócratas en franca decadencia que se ve obligada, para conservar su pretenciosa forma de vida, a alquilar su mansión a un circo pero como sus problemas económicos no mejoran deberán además emplearse en él como payasos. Aquella (y esta) absurda condición humana que se funda en el tener antes que en el ser, su condición capitalista, los lleva a depositar sus esperanzas en la fantasmática figura de un dictador que se aproxima como sedimento del sueño de unos pocos.
La gracia de tener intenta plasmar, desde un humor muy argentino, la división de clases posterior al Gobierno de Perón y la Revolución Libertadora, la marginalidad de los "cabecita negra" y los negociados de la aristocracia argentina con la Iglesia y los militares para conservar el poder, que permitió el Golpe de Estado del General Onganía. La obra trabaja la polaridad de la clase dominante y los dominados para dejar  en evidencia la cruel continuidad de esos conflictos sociales. Ayer es hoy en más de un sentido.

Alguna vez Roberto Arlt dijo sobre su propio teatro: “Es mi modo de plantearle problemas a la humanidad”. La producción del grupo bachín tiende también a destrabar cabezas, su diálogo con el público apunta a movilizar, sacudir, hacer pensar. Se trata de ver el arte (ya más lejos de Arlt y más cercanos a Leónidas Barletta, con quien podrían conformar una cierta tradición del teatro social argentino) como una herramienta  de transformación social, como una posible y esperanzadora salida o entrada al porvenir.

Es difícil destacar algún elemento de una puesta tan bien hecha, tan bien dirigida y actuada pero se nos cuela la poesía, la poesía como expresión de ideas, de humanidad, y entonces la ponemos sobre la mesa, no como adorno sino como testimonio de luchas que persisten y resisten la tentación de abandonarse al olvido.

La gracia de tener es un espectáculo de humor político económico que emociona desde la contundencia de su belleza y sus ideas que se complementan y se agigantan en pos de lo mejor que el teatro puede dar: la posibilidad de comunión, de acercamiento con un otro que también puedo ser yo.


por Verónica Escalante

Crítica sobre La Gracia de Tener / Crítica Teatral, 09/03/2012

"El humor serio"
por Gabriel Peralta


Viernes 09 de marzo de 2012, Crítica Teatral


El bachín teatro sacude esa pacata manera de revisar nuestro pasado y coloca al humor en ese dignísimo lugar de poner blanco sobre negro los hechos históricos. De paso, se permite indagar en la teatralidad sin esa patina de acartonamiento sabihondo.


El bachín teatro trae el espacio escénico una época poco transitada por nuestro teatro: el clima previo que propició la llegada del dictador Juan Carlos Ongania a la presidencia.


El estupendo texto de Manuel Santos Iñurrieta elige el absurdo para exhibir un momento histórico en donde cualquier intento de independencia (soberana, económica o de pensamiento) era aplastado por el autoritarismo. Era una época de movimientos y personajes históricos censurados y de revoluciones continentales que preocupaban a los “tutores” patrios y a los “celadores” foráneos.


La utilización del absurdo propicia que el humor amplifique desmadres económicos, desenmascare imposturas y haga observar cuan fracturados y lejanos estaban los actores sociales de ese periodo histórico.


El chascarrillo, la replica a modo de látigo, rompimientos extemporáneos y a través de esos rompimientos la imbricación de géneros y soportes, son herramientas que cincelan un hecho teatral de una impronta lúdica que no amengua ni aun en los momentos en que el dolor aparece por detrás de la fantochada.


La escenografía y la iluminación –a cargo del grupo- resultan a modo de aquellas compañías andantes de los caminos: pocos pero imprescindibles trastos para crear ámbitos y climas.


El vestuario adquiere estatus de disfraz para denunciar el porque y para qué de cada uno de los personajes.


El elenco elige un registro de actuación que abreva en el actor criollo, en el cual el traspaso de lo cómico a lo dramático se hace en un parpadear sin por eso resentir sus intensidades. Por eso no se extrañe si de repente por la sala se vislumbran a Pepe Arias, Olinda Bozan, Alberto Olmedo o Niní Marshall, es que andan por ahí riéndose con nosotros.


La Gracia de Tener es una obra que hace honor a la frase de que el humor es una cosa muy seria.




http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=3192

por Gabriel Peralta

Presentación del nuevo libro de Manuel Santos Iñurrieta


Mariano Moreno y un teatro de operaciones, seria comedia política
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La Gracia de Tener, absurdo espectáculo de humor político-económico

Ediciones del CCC, Colección En Escena.

Presentación
Martes 13, 19hs
Centro Cultural de la Cooperación
Av. Corrientes 1543
Sala Osvaldo Pugliese.


Acompañan al autor: 
Juan Carlos Junio (director del CCC)
Ana María Ramb (Ediciones del CCC)
Juano Villafañe (Director Artístico del CCC).

Manuel Santos Iñurrieta: Ganador del premio Trinidad Guevara a mejor texto por la obra Teruel y la continuidad del Sueño, es actor, director y dramaturgo. Forma parte de la dirección artística del CCC y Coordina el área de teatro de este espacio, desde el año 2003. Lleva adelante la dirección artística de el bachín teatro, desde el año 2000 focalizado en la investigación y desarrollo de un teatro épico inspirado en Bertold Brecht, con características de teatro político – didáctico de fuerte impronta latinoamericana.
Recientemente estreno junto a su grupo en el CCC La Gracia de Tener.


Producidas junto a el bachín teatro Santos es autor y director de las piezas teatrales:


.Mariano Moreno y un teatro de operaciones. Declarada de Interés Cultural y Auspiciada por la Secretaría de Cultura de La Nación.


.Teruel y continuidad del sueño: (2010 / 2009) ganadora de los Premios Trinidad Guevara 2009: Texto (Manuel Santos Iñurrieta), Música Original (Ignacio Santos) y Actriz Revelación (Carolina Guevara). 
Cuenta con una nominación para los ACE 2009/2010 en la categoría: Revelación Femenina (Carolina Guevara)


.Crónicas de un comediante  (2009 / 2008) estrenada en la ciudad de Mar del Plata temporada – verano 2007. 
Recibe por esta pieza, dos Premios Estrella de Mar 2007, a Mejor Espectáculo y a Mejor Dirección Mar Platense. 


Participa con estos dos últimos espectáculos del XIII Festival de internacional de teatro de La Habana. Y de la V Muestra Latinoamericana de teatro de Grupos de San Pablo, Brasil.


el bachín teatro estrenó también en el CCC (desde el 2003 hasta la fecha), La comedia Mecánica (2007), Lucientes (2006 -2005), Charly, detrás de la sonrisa (2004), Siberia (2003).

Entrevista a Manuel Santos Iñurrieta / Revista Ñ, 03/03/2012

"Tras los pasos de Brecht"
por Jorge Dubatti


Sábado 03 de marzo de 2012, Revista Ñ


Entre las expresiones más relevantes del teatro de Buenos Aires en el período “pos neoliberal” abierto tras el estallido de 2001, sobresale el bachín teatro (así, todo con minúscula, escribe el grupo su nombre). Fundado en 2000, lo integran Manuel Santos Iñurrieta, Carolina Guevara, Julieta Grispan y Marcos Peruyero. A lo largo de estos doce años, ha construido una sólida trayectoria de investigación en las relaciones entre teatro y política, cuyos principales hitos escénicos son El apoteótico final organizado (2001), Lucientes (2005), La comedia mecánica (2007), Crónicas de un comediante (2008), Teruel y la continuidad del sueño (2009), Mariano Moreno y un teatro de operaciones (2010) y el flamante La gracia de tener, que se presenta actualmente en la Sala Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación.




Nacido en Mar del Plata en 1977 y radicado en la capital porteña desde 2000, Manuel Santos es el director-dramaturgo (además de actor) de los espectáculos de el bachín. “La gracia de tener es un espectáculo de humor político”, explica Santos. La obra muestra a una familia de aristócratas en serios problemas económicos que se ve obligada a alquilar su casa-mansión a un circo. Como la renta no resuelve su economía, la familia termina empleándose en él como payasos para así poder ganar un dinero extra. Aparece un general de la Nación que presupone la posibilidad de depositar las esperanzas familiares en él y en sus acciones futuras. Aquí la economía hace política.


¿En qué momento de la historia argentina ubican la acción?
La obra está situada en 1961, en la Argentina, durante la presidencia de Arturo Frondizi. La década del 60, como sabemos, será un tiempo de revolución cultural y social en todo el mundo. América Latina, en particular, será escenario de distintas revoluciones sociales y levantamientos populares que vislumbran un tiempo de liberación.


¿Cómo piensa el bachín la relación teatro y política?
El carácter de “lo político” no está dado ni se define únicamente por el tratamiento de un tema referido a la actualidad política y mucho menos se circunscribe a un estilo. Aun cuando algunos de nuestros espectáculos, incluso éste, se conciban en relación a acontecimientos históricos, políticos y sociales. Toda acción humana es política y en el teatro desde el modo de producción hasta el diseño de luces responde a una concepción de mundo que es filosófica, ideológica y política y que se sintetiza en una unidad estética: la obra.


¿En la tradición del teatro independiente?
Asumirnos como grupo de teatro independiente es, entre otras cosas, considerar la creación como un hecho colectivo donde la subjetividad grupal modela el objeto, la pieza. Desde este punto de vista. La gracia de tener es consecuencia de esta forma de pensar el teatro en conjunto.


¿Vuelven a apropiarse del teatro épico brechtiano?
Sí, es parte de nuestro estudio y nuestra búsqueda estética, pero que tiene como objetivo la construcción de un relato propio, latinoamericano. No podría decir que nuestros espectáculos son hoy en rigor “épicos”, sino que hay indicios y rastros que vienen a conformar un presente estético y singular. Quiero decir: “ni copia ni calco”, existe una apropiación de los elementos y una creación en presente que se sintetizan en lo nuevo. Allí nuestro desafío.


¿Qué le aporta el bachín al teatro argentino actual?
El deseo es aportar un lenguaje escénico singular, rescatar las mejores tradiciones de un teatro crítico, confrontativo e independiente. Abrir debates estéticos y políticos que en los 90 fueron clausurados y entrar de lleno en los debates presentes. Trabajar para perder el miedo a llamar las cosas por su nombre. Discutir “la belleza”. Negar y combatir la idea de que hacer teatro es para unos pocos iluminados. Supongo que entre otras cosas aportamos: a
los entusiastas, entusiasmo, y a los nihilistas, dolores de cabeza.


http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/teatro/Tras-los-pasos-de-Brecht_0_659934191.html

por Jorge Dubatti

Entrevista a el bachín teatro / Página 12, 03/03/2012


“El capitalismo es absurdo”
por María Daniela Yaccar

Sábado 03 de marzo de 2012, Página/12 Espectáculos

El director y dramaturgo Manuel Santos Iñurrieta va al grano al explicar de dónde viene y hacia dónde va El Bachín, numeroso grupo de teatro independiente con doce años de trabajo: “Partimos de Bertolt Brecht para pensar un relato en presente. Nuestras búsquedas estéticas pasan por la resignificación del lenguaje”. En los últimos espectáculos de esta compañía, la Historia es un personaje más. No es casual que le den tanta atención: se conocieron y se unieron en la víspera del derrumbe del país. Aquellas búsquedas estéticas que menciona Iñurrieta resultan en una “épica nacional y latinoamericana”: el del Bachín es un teatro útil para esta época, que merece nuevas reflexiones acerca del ser nacional abordado primero por figuras como Sarmiento y Alberdi y del que abundan ficciones y pensamientos.


La gracia de tener (sábados a las 20.30 en el Centro Cultural de la Cooperación, Avenida Corrientes 1543) viaja a la década del ’60 para graficar los vínculos entre la oligarquía nacional, el Ejército y la Iglesia, cuando se avecinaba la dictadura de Juan Carlos Onganía –que es un personaje de la obra–. El Bachín Teatro define a este espectáculo como “absurdo de humor político-económico”. Así lo explica Iñurrieta: “Tocamos un tema absurdo de por sí: el capitalismo. Su aceptación y naturalización disparó esta obra”. Con una estética clownesca –los actores llevan narices rojas–, se teje una gran metáfora respecto de las formas de manejarse de los poderosos. Una familia de aristócratas en decadencia alquila una mansión a un circo y termina trabajando para él. Otro disparate es que las artes circenses fascinan al general de la familia.



No podría ser de otra manera: la charla entre los miembros “históricos” del Bachín y Página/12 condensa las tensiones entre política y arte. Ellos son Iñurrieta, Julieta Grinspan, Marcos Peruyero y Carolina Guevara. También participan de esta obra Marina García, Jerónimo García, Jorge Tesone y Diego Maroevic. Los tópicos se fusionan, el diálogo va de un lado al otro sin reconocer fronteras. Sucede que, además de actores y creadores, ellos son militantes, tanto de partidos y organizaciones políticas como de la cultura. Nacieron casi a la par del Centro Cultural de la Cooperación. “Es el punto que nos compete a todos, donde crecimos y nos formamos. Ahí volcamos nuestros pensamientos respecto de las políticas culturales”, subraya Grinspan. Parte de la militancia es, también, su interés de llegar a un público diferente al de la calle Corrientes. En 2008 inauguraron una sala en Parque Patricios (en Zabaleta 74) para establecer vínculos con el barrio y, a la vez, enriquecer sus producciones al entrar en contacto con otras realidades.



–¿La obra conecta con el revisionismo histórico, en boga hoy? Se mencionan muchos signos del presente, como la “profundización del modelo” o los globitos de colores de Macri.
Carolina Guevara: –La polaridad de clases de los ’60 todavía existe. Por ejemplo, se vio en el conflicto con el campo. Un punto crucial en relación con las clases sociales es el peronismo. Es uno de los motivos por los cuales ubicamos la obra en esta época, por las significaciones que daban vueltas en ese momento, como “cabecita negra”.
Santos Iñurrieta: –Nos vamos a 1961, pero 1961 es 2012: hay una continuidad en los conflictos y en los accionares de la sociedad. Las clases dominantes están compuestas por los mismos sujetos. Quizá no tengan el poder que tuvieron en otro momento, pero todavía hay familias que son las dueñas del país. Se puede trazar, como diría Brecht, una parábola. La obra apunta a dos líneas centrales, propias del capitalismo: la clase dominante y la dominada. Cada uno puede ponerle el color que le plazca. El absurdo está en el hecho de que un hombre esté mirando su montaña y los ríos en su propiedad y que, al mismo tiempo, otro esté vendiendo panchos doce horas en Constitución. La aceptación de la propiedad privada nos conduce a pensar que fuimos desafortunados por no haber venido con Colón.

–En tal sentido, la Historia es más bien pesimista. ¿Por qué abordarla desde el humor?
Julieta Grinspan: –El hecho de dedicarse al arte es optimista, porque es una oportunidad de compartir con otros lo que uno piensa. Podemos hablar de todo esto porque sabemos que existe solución. Encontrar las metáforas, el humor en lo absurdo de la vida y distintas maneras de dialogar con el público son salidas esperanzadoras.

–Pese a su dejo de didacticismo, la obra no sugiere ninguna solución al conflicto del capitalismo. ¿Cómo la pondrían en palabras?
J. G.: –La solución es el fin de la explotación del hombre por el hombre. El camino es largo, pero tenemos un montón de herramientas. El diálogo que se produce con el público en una obra, sin cerrar la cuarta pared, es un principio de solución. Y hay otros: que pueda trabajar un grupo de teatro con tanta gente o que exista una cultura alternativa que no siga las reglas de la dominante. En la Historia también hay signos positivos: tenemos una Latinoamérica unida y quedó demostrado en Europa que hay un tipo de capitalismo que no está funcionando.
M. S. I.: –Hay un ingreso a la política por parte de la juventud, así como también una vuelta al debate político.
Marcos Peruyero: –Quizá muchos se asustan ante los conflictos. Los actores estamos acostumbrados a ellos y sabemos que hay solución. El teatro está enfocado al hombre como motor de la historia, a la construcción del hombre nuevo que buscaba el Che. Eso implica, también, buscar nuevos actores para un nuevo teatro que intente transformar, y a nuevos espectadores que lo vean. Estamos en un momento histórico extraordinario, pero no somos hijos de la casualidad, sino de hombres que leyeron, estudiaron, pelearon y entregaron su vida para que hoy Manuel y yo podamos decir que somos comunistas. Hubo miles de personas que hicieron teatro y miles de personas que ni siquiera iban a ver obras, pero que lucharon para que nosotros pudiéramos hacerlo.

–En la obra sucede algo paradójico respecto del distanciamiento brechtiano: hay monólogos en los que se corren de sus personajes y hablan desde su lugar de actores. Pero esos son precisamente los momentos más emotivos, contrariamente a lo que planteaba Brecht.
C. G.: –Los textos de Manuel van al rescate de lo político, pero también de la poesía. Ambos confluyen con el humor como elemento identitario, al evocar al payaso rioplatense. Es un modo de demostrar que lo político no es necesariamente panfletario. Para nosotros como actores es muy placentero, porque recorremos varias aristas.
M. S. I.: –Brecht quería eliminar toda posibilidad de que el espectador se pierda emotivamente y que, por ende, no pueda hacer una lectura general. Pero también planteaba que, en todo caso, tenía que ser la razón la que empuje a la emoción. Trabajamos en esa doble sintonía: jugamos con el personaje de un presentador que habla a rajatabla de la flexibilización laboral, da datos, estadísticas y fechas. Pero todo repercute en un ser humano que vive un presente, sufre, ama, llora, va a trabajar y consigue o no laburo. Son dos planos que se manifiestan en este momento político en que vivimos: se unen la discusión de ideas y la afectividad.



Entrevista a Carolina Guevara / La Nación, 02/03/2012

"Por amor a Bertolt Brecht"
por Carlos Pacheco


Viernes 02 de marzo de 2012, La Nación Espectáculos



A los 15 años, en Tres Arroyos, Carolina Guevara comenzó a tomar clases de teatro en un taller destinado a adolescentes. Empezó a buscar un camino artístico que luego desarrolló en Buenos Aires, cuando finalizó la secundaria. La Escuela Nacional de Arte Dramático la admitió en sus aulas y un grupo de compañeros, al que se ligó, le confirmaron que ser actriz era posible. Empezaron a funcionar en grupo, al que terminaron denominando El Bachín Teatro, y desde ese agrupamiento hace ya doce años que ella se proyecta en la gran ciudad.


"Toda mi historia está muy pegada a mi grupo. No he actuado con otras personas hasta el momento", aclara la intérprete con cierta timidez. Pero lo cierto es que, aunque se ha preocupado por abrirse otros caminos al lado de maestros como Marcelo Katz, Walter Velázquez, Raúl Serrano, Andrea Garrote y el grupo Periplo, su pertenencia a El Bachín es muy fuerte, y no sólo artísticamente, sino también en lo ideológico.


"Nos conocimos en 2000 -cuenta-, cuando el país se caía a pedazos. Cuando no eran habituales los grupos independientes de nuestra generación y cuando la idea de la formación del actor estaba ligada al éxito individual. A nosotros nos interesaba hacer teatro, nos encontramos como personas, nos llevábamos bien en la vida y teníamos ganas de laburar. Además confiábamos en el otro. Nos identificamos con el viejo teatro independiente entendido como una expresión cultural, artística; no hacemos teatro independiente porque no nos tocó lo otro."


El grupo trabaja sobre una línea estética íntimamente relacionada con Bertolt Brecht. Esto fue apareciendo de a poco. Carolina Guevara cuenta que se fue dando con el aprendizaje mutuo, con la investigación. "Un poco también con la poética que Manuel Santos Iñurrieta, director y dramaturgo de El Bachín, empieza a experimentar y proponer. Esto es desde el teatro épico. Nos encontramos con Brecht y descubrimos que él tiene los elementos que nos acompañan a la hora de querer contar algo. Siempre nos interesó contar las coyunturas históricas de nuestro tiempo y que esa épica estuviera en los hombres y mujeres de hoy. Así hemos construido un teatro crítico, político."


La última producción del grupo, que acaba de estrenar en el Centro Cultural de la Cooperación, resulta una muestra muy acabada de los objetivos que El Bachín desarrolla. En La gracia de tener trabajan sobre los lineamientos descriptos, pero agregan una impronta muy fuerte de humor rioplatense, algo que también apareció en trabajos anteriores. "Nos interesa el humor porque tiene un rasgo muy identitario. Siento que uno se ríe de lo que conoce o con lo que se puede identificar. Esta es una obra que está enmarcada en la época de Frondizi, concretamente en 1961. Lo que se intenta plasmar es un poco lo que sucedía en la sociedad del momento. La dicotomía de clases, después del gobierno de Perón y la revolución libertadora del 55, y cómo la aristocracia del momento prepara el golpe de Estado de Onganía."


En escena, dos hermanos aristócratas venidos a menos alquilan su mansión a una compañía de circo y terminan formando parte de él, en un juego donde el humor y la política se dan la mano, para provocar una reflexión sobre un momento de nuestra historia.


"Muchas veces, por este interés puesto en Brecht -aclara Carolina Guevara-, nos dicen que hacemos un teatro viejo; nos gusta que nos digan eso porque en realidad es un desafío traer a este creador alemán al presente. Hoy parece que habría que hacer otro teatro. Pero como a nosotros nos interesa expresar nuestra mirada sobre los acontecimientos de la época, ésta es la mejor manera que encontrarnos de hacerlo. Cuando decimos teatro político, no significa panfletario; cuando hablamos de un teatro didáctico, no nos referimos a que sea aburrido ni mucho menos poético. Nos dimos cuenta de que podíamos confluir en todas esas cosas con toda la belleza que una obra de arte debe tener."


http://www.lanacion.com.ar/1452920-por-amor-a-bertolt-brecht
por Carlos Pacheco
fotografía Rodrigo Néspolo